Restaurante Ababol

Una experiencia gastronómica de máximo nivel en Albacete ciudad. Merece por si solo venir a Albacete. Finura y elegancia en todas sus elaboraciones, desde la verdura hasta la caza. Vinimos en AVE desde Madrid por 50€ ida y vuelta. No se lo pueden perder!

En general comimos bien, pero esperábamos experimentar algo diferente, y nos decepcionó. Un menú tierra donde echamos de menos la presencia de más carne, en nuestra opinión se abuso del pescado (bacalao y sardina de nuestra tierra). La croqueta estaba buena pero como en el resto de bares de albacete... El tendón de ciervo estaba seco y no decía nada. También nos sorprendió que en un restaurante de este nivel el café fuera de Nespresso..... 2'75€ por una cápsula de empresa, pero lo que más destacaría fue el trabajo de los cocineros, ya que ellos asumieron todo el servicio sin la supervisión del chef. Este no estaba por allí... Tampoco estaba tostando el café.

Buena experiencia. Pedimos el menú tierra (8 platos frente al Ababol que son 11), según nos han comentado varían los dos menús según la temporada. Al ser noviembre, abundaban los sabores otoñales con setas, productos de la huerta de temporada, ... Incluso los bombones que acompañaban al café estaban muy cuidados. En especial había un bombón de trufa y zanahoria buenísimo. Atención excelente por parte del personal

Para no repetir. Sin duda, está será la reseña que más me va a costar escribir. Comenzaré diciendo que no soy una experta culinaria aunque si he comido en varios con estrellas y de este restaurante salimos diciendo "No volveremos". Ya nos habían advertido de que son sabores inusuales y un producto peculiar. No puedo negar la calidad en la elaboración de los platos y el buen trato del producto pero el sabor...... Hubo platos que directamente nos dejamos porque no eran agradable al gusto. Puesto que fuimos a cenar, optamos por el menú con menos platos, el Tierrra. Como maridaje elegimos una copa de Verdejo para los entrantes y una botella de la bodega de Ledaña, La Niña de Cuenca llamado Rubatos (Buen bobal). Ya en los snacks nos advirtieron de la delicadeza de los mismos ⁴y de la necesidad de cogerlos con cuidado y aún así se nos deshicieron en los dedos. Lo mismo nos ocurrió con la croqueta. Tan líquido estaba su interior que se hacía incómodo su degustación. En cuanto a la bebida que acompañaba a todo esto, una elaboración con leche de oveja, polen y romero, me fue imposible de tomar. Algo parecido nos pasó con eL aire de las habitas y con la lengua de vaca. Llegó un momento en el que todo nos sabía a boletus o a queso manchego. Incluso el postre, de presentación impecable, acabó siendo poco sabroso debido a que el queso de acompañamiento mata el dulzor del mismo. También pedimos café, que nos acompañaron con un par de dulces, alguno tan pequeño que es imposible sacarle sabor alguno. El resto de platos pasan sin pena no gloria; salvo la coliflor con grasa ibérica . Casi que lo mejor de la cena fue la mantequilla de ajo morado que sirven junto con el servicio de pan elaborados ambos por ellos mismos. Echsmos en falta el saludo del chef al terminar la degustación del menú, lo que suele ser habitual en restaurantes de esta calidad. No desaconsejaré este restaurante porque hay que probarlo. Seguramente, cuando cambien la carta, le daremos una segunda oportunidad.

La experiencia fue la esperada. cómo te atienden los chicos de sala es un lujo, tanto por como te explican cada plato y sus recomendaciones y el trato tan cercano, te hacen sentir como en casa. Los tiempos fueron los correctos. El sabor de cada plato sublime y la elegancia del emplatado de los mismos (no le hace justicia las fotos). Calidad-precio 10/10. Sin lugar a duda parada obligatoria si vais por Albacete.

Un espectáculo, el mejor restaurante de Albacete con diferencia, el plato que más me gusto la coliflor con jamón rancio y los postres flipas para mi se merece la segunda estrella.

En una ciudad como Albacete hacia falta un restaurante especial como Ababol. Mi agradecimiento a Juan por su saber, imaginación y tener la valentía de ponerlo en marcha y a su imprescindible equipo. Que siga creciendo.

¡Muy recomendable! No defrauda para una ocasión especial. Pedí el menú Tierra y es más que suficiente. Me quedo con ganas de probar el resto de platos, pero con ese menú cenas de sobra y más comida no la hubiera disfrutado la verdad. Me gustó que se le da mucha importancia a la verdura de temporada y de la zona. Mención especial también al pan que te sirven durante la cena y que es de la Panadería Boulangerie (a la que fui al día siguiente por cierto). Servicio increíble y muy atento. El sitio es pequeño, pero no se siente muy lleno. Las mesas están bastante separadas, tienen intimidad y desde casi todo el restaurante se ve la cocina. Ojalá poder volver y probar más platos